Cada día es un día nuevo. Cada amanecer inicia todo el conjunto de horas, minutos y segundos en los que tendremos que demostrar nuestra valía ante el mundo. Al despertar empieza nuestra lucha, una batalla constante con una dirección que circula a contracorriente... Pero, es una ¿lucha? ¿contra quién? ¿contra qué?
Pues sí, es cierto, desde hace algún tiempo ya no se entiende el concepto de "vivir", sino de "luchar", "sobrevivir". La vida es una lucha continua, eso es cierto. Sin embargo, es una lucha en la que debe caber el sabor de aquello por lo que se pelea. Lo que pretendo decir es, ¿la gente sabe realmente por lo que vive o cree vivir?
Este comentario no tiene la intención de criticar los diferentes modos de vida que se puedan contemplar en el mundo, todo lo contrario. Pero, desde lo más profundo de mi conciencia creo que, si la vida debe definirse en unas pocas palabras, éstas serían: amor, felicidad, entrega.
No contemplo una existencia plena en la que no se ame, en la que no se sea feliz amando y, en consecuencia, que no haya que entregarse al máximo para amar, ser amado y dar felicidad. Entonces, ¿se vive para entregarse? ¿se entrega para amar? ¿se ama para entregar? Sí. A todo respondo que sí.
Vivir para ganar, para aumentar los valores materiales que envuelven nuestra vida ordinaria, depositar nuestras esperanzas, deseos e ilusiones en cosas con un tiempo tan limitado... acaba resultando catastrófico.
Se vive para ganar, sí. Ganar en entrega, en sacrificio. Una persona se enriquece realmente viendo como un pequeño gesto ilumina un rostro ajeno, lleno de gratitud y amabilidad. Seamos grandes haciendo grandes a los demás.