viernes, 23 de noviembre de 2012

Una palabra

Muchas veces, cuando contemplo el comportamiento humano, me pregunto, ¿por qué hacemos todo lo que hacemos? ¿qué es lo que nos motiva a ello? Puede parecer una tontería, cierto, pero, ¿acaso nadie se lo cuestiona alguna vez?
Es un fenómeno común en todos los aspectos y ámbitos de las seres humanos, todos los individuos nos regimos por el mismo patrón, y por mucho que cada uno defienda su manera de pensar, indiferentemente de su carácter y condición, todos a hechos prácticos reaccionamos del mismo modo.
Para no demorarme expondré directamente la conclusión a la que he llegado; el patrón que nos rige a todos es el compromiso.
El compromiso. Una palabra contundente, cargada de connotaciones sociales, sentimentales... Bien, pues yo me quiero referir a la esencia del concepto que engloba el compromiso.
El ser humano es un animal social, político y de costumbres, de acuerdo. Pero, ¿por qué? Quiero decir, ¿por qué necesariamente las personas nos indignamos con las injusticias, buscamos la concordia, aullentamos los abusos y vivimos permanentemente cara al prójimo?
Todo se debe a un acuerdo preestablecido, con uno mismo y con el resto de sociedad que nos rodea. Nos mueve a seguir con nuestras ocupaciones diarias, a seguir dándonos a nuestra pareja, familia, amistades, a defender una determinada ideologia politica u otra, y demás. Nuestra humanidad, en cuanto a ser civilizados, nos compromete a buscar la felicidad, o si más no, la armonía con nuestros homólogos.
La sociedad nos mueve y nosotros movemos la sociedad.










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