jueves, 14 de noviembre de 2013

¿Límites?

¡Hola admirados lectores!

No hace falta que cuente el tiempo que me he mantenido en la oscuridad, ¿verdad?
Bueno, también ha sido un tiempo en el que habéis podido descansar un poquito de mis comentarios y de mis publicaciones en las redes sociales, inundándoos las pantallas de vuestros ordenadores.

He decidido que quiero volver a la carga, y, ¿qué mejor que hablando sobre los límites?
En el continuo día a día, en el que me paro a observar el comportamiento del ser humano e intento comprenderlo, se me acaba forjando una pregunta; ¿tenemos límites?, o mejor dicho, ¿hoy en día existen límites?

Sinceramente creo que según para qué, sí que los hay, y según para otras cosas, no. Sí, es una respuesta muy ambigua, pero no penséis que me mojaré poco.

¿Debería haber límites para amar? No, rotundamente no. El corazón cuando no se ejercita se empequeñece, nunca se mantiene en el mismo estado toda la vida.
¿Debería haber límites para perdonar? En absoluto. El rencor y las pequeñas "espinas" que nos dejamos en el cuarto de los trastos de nuestro pensamiento, nos animalizan. Es importante saber que el ser humano ha sido concebido para tender hacia una grandeza intelectual y emocional superior al del resto de seres humanos.
Además, las guerras y el resto de conflictos -no tienen porqué ser armados-, son una clara prueba de la falta de amor y de capacidad de perdón de las sociedades.

¿Deberían haber límites para la estupidez, la hipocresía y la incoherencia humanas? Sí, y miles de veces sí. En este punto no creo que haga falta añadir algún ejemplo al respecto...

Cuando oigo a la gente quejarse por el mal actuar o pensar de algunas personas, están diciendo lo mismo que expongo aquí, pero con otras palabras. Cuando criticamos las guerras, criticamos la insensatez del ser humano, y así con todo.

Si todo el mundo lo ve tan claro, ¿por qué no cambiamos el mundo entre todos?

Eso sí, y esto es muy importante tenerlo en cuenta a la hora de decir, hacer o pensar, el cambio debe producirse antes en nosotros mismos.

Terminaré con una cita de Simone Weil, una gran pensadora que ha tenido el siglo XX;
                            “Las causas de la evolución social no deben buscarse ya en otra parte sino en los esfuerzos cotidianos de los hombres considerados como individuos”.

(Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social)



















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